Whisky

I suspected I was losing my memory when I couldn't remember where from I got that hickey. Normally, it wouldn't matter how much I drank - I'd get all events organized in the morning. I couldn't even reconstruct all my moves that night in my head, and then I started to panic. Suddenly, the film of my life in my mind turned into some conglomerate of photos, much of them unknown to me. In a flash my memory appeared to me like some kind of unconnected puzzle, I couldn't deal with any more.
Then, that amount of traces of my life became much important to me than they were ever. "If time passing by they'd left me, what'd be of me?", I thought. Every face, every smell, every sound that contended my head made me who I am, so, if I had no memory, who'll be that person that is me now?

Oro

Quería irme de allí desde el momento cuando ví la camisa que me iban a poner. No me gustaba el color. Y luego, la mujer de blanco rompió el silencio de mi habitación con los rápidos clics de las tijeras, tan fugaces como si tuviera prisa antes de que me echara atrás. Los tirabuzones de oro macizo cayeron a la blanca sábana debajo de mis pies. El mero ruido de la maquina me hizo agarrar los bordes. Sentía mis mejillas mojadas mientras escuchaba como caía al suelo la mitad más larga de mi cortísima vida. La espinosa bola en qué se convirtió mi cabeza temblaba ante mis yemas. Me daba asco. Pero seguí, ya que temía perder la otra mitad de mi cortísima vida en sueño.

Me ahogo

Aquella noche incluso yo me veía muy rara. El estomago vacío y el hueco de calor de alcohol entre las costillas. Al llegar a casa restregué con fuerza la esponja por todo el cuerpo para borrar de mi cuello los besos que yo no quería. Mis labios, rojos como cerezas, ardían de los besos de aquellos, que por desgracia no me los han dado. La lujuria de mis caderas me lleva al límite cada noche que salgo. En un intento de búsqueda me encuentro sólo con los fríos "te quieres venir a mi casa".

Família


Les discussions amb el meu pare sempre foren apassionants. Parlavem de totes les coses que ens envoltaven, discutiem, ens barallaven per les qüestions ètiques i no ens parlavem durant mesos. Quan el cap de la nostra família se’n anava, ens asseiem a menjar els dos. Amb tot aquell desordre en la taula que feiem mente la mare no estava davant, el meu estimat pare començava a enraonar amb mi amb la seva frase d’introducció “A veure, t’explicaré...” que em tornava boja des dels primers segons.

Estoy bien

Puedo respirar tranquilamente y mi frente ya no se dobla en las arrugas feas. Y tengo mis libros, mis textos, mis manos. Tengo café y crema hidratante. Tengo a mi alcance mi película favorita y un pack de comida tailandesa. No tengo prisa. Y voy haciendo cosas, poquito a poco, con gusto, sin correr. Y hace buen tiempo: la leve brisa borra el ardor del sol. Puedo sonreír a los rayos entre el follaje de los arboles del pequeño parque y disfrutar del olor de césped recién cortado por la noche.
Estoy bien.
Pero falta algo.

Censura

De tanto hablar me duele la lengua. Mis labios se mueven con tanta velocidad que ni siquiera noto cerrar mi boca. Pero no sale ni un sonido de mi garganta. Como si mis palabras no pudieran mezclarse con el aire y ser oídas. Es como si lo que yo quiera decir no pudiera penetrar en la realidad, formar parte de ella. Como si no hubiera lugar para ello.
Las palabras se atascan en la punta de mi lengua y me lleno de impotencia e irritación: mis gritos no llegan a su destinatario. La frustración desgarra mis tripas. Mi cuerpo, inquieto por el deseo de comunicarse, trata de sustituir mi voz. El inútil intento de expresarme con los movimientos de mis manos no tiene éxito. Las palabras puestas en los gestos son ignoradas.
No me quiere oír. El destinatario se regocija mirando mi silencio.
El deseo, no, la necesidad de comunicar mi mensaje me impulsa a gritar, pero el sonido choca contra la pared de mi burbuja y se vuelve a mi estómago vibrando.
Las palabras no dichas me están matando.

El día que cambió mi vida

Se me aparece hasta ahora el agua roja delante de mis ojos. Como el vino tinto barato, lamía mis manos y en seguida alcanzaba la baldosa blanca sin dejar marca en los dedos. El frío debajo de mis pies que de repente se expandía por todo el cuerpo. El líquido asqueroso se mezclaba en mi espalda con mi sudor frío y las gotas se arrastraban lentamente por mi piel. El sabor metálico en la boca, el intento de abrazar tu cuello, las manos frías, el minúsculo latido debajo de mi pulgar. Mis saladas lágrimas, besando tus muñecas escondidas en blanco.