El manifiesto de Peter Pan

¿Qué fue de la libertad,
del entusiasmo,
de las ganas de cambiar el mundo?
¿Qué fue de la revolución
paseando las calles con un pecho desnudo?
¿Qué fue de aquellos,
que ondeaban banderas,
que gritaban los lemas,
escupiendo saliva a la policía?
¿Os ha reclutado aquella locura
de la vida segura?
¿Qué fue de aquellos,
que no huían ante un pelotón armado,
porque aquí, entre costillas,
tenían guardado
aquello
que llamamos con una palabra ajena “coraje”?
¿Qué fue de aquellos
que creían en lo que hacían?
¿De aquellos
que no hacían en lo que no creían?
¿Qué fue del valor de decir que no
que nunca
que jamás
dejareis las riendas de la vida
al que engaña el oído,
apaciguando la mente
para que sigáis la corriente,
para que cierreis los ojos
y calleis de una puta vez la boca?
¿Os convertisteis en hombres grises
que hablan de grises
como si hubieron estado allí?
¿Qué fue de los que estaban en la primera fila?
¿Los que negasteis a arrodillaros,
los que jurasteis a disfrutarlo
hasta que la lápida os tape la luz del día?
¿Que fue de aquellos
que amaban hasta no poder respirar
que follaban hasta no poder andar
que reían para no llorar
por la gente a la que se le esfumó el alma cuando les tocaron los treinta?
¿Habéis optado por el consumismo,
guiados por puro racionalismo
de qué coche comprar
para que pegue con la corbata?
Hoy firmáis cualquier papel sin leer
con tal de poseer
aquello
que dicen que es lo mejor, lo más rápido, lo más nuevo.
¿Qué fue de aquellos
que dormían en el suelo
sin ningún problema,
que pasaban las noches mirando al cielo
después de vomitar por beber veneno,
que follaban como bestias a lo callejero
enredando almas, flujos, pelos
sin condón, precaución ni pollas?
¿Ahora practicáis el sexo tántrico?
¿Os preocupáis por el desgaste gástrico
Por haber comido demasiada piña?
¿Qué fue del olor al aire, del sabor a vida?
¿De cantar por la calle sin ningún motivo?
¿Qué fue de aquella sangre, que bullía,
ardía,
que sonaba como campanas en los oídos?
¿Se apagó?
¿Se fue de vacaciones?
¿Ahora esta en paro y deprimida?

Quiero que nieve


En el invierno, cuando a las 6 ya cae la noche, oigo a los niños jugar al balón debajo de mi ventana. Las risas que se inmiscuyen entre las luces de las farolas traen nostalgia.