Me subiré a tu tejado

Me atraen las alturas inalcanzables
de un volcán durmiendo.
Aspiro a subirme,
seguir con la mirada la frontera del horizonte.
Quiero mezclar mi aliento borracho con el aire puro,
o por lo menos destrozar mis pies en el salto tan alto.
Mi alma,
podrida y necia,
echa tinta por cada grieta.
Deseo saciarme
desangrándome en la cima,
vomitando ríos negros encima del estremecedor paisaje
y temblar ante el miedo de deshacerme en mil trozos de piel quemada.
Ansío esta caminata
con la patética ridiculez
de un anciano sin pantalones en la estación del bus.
Pero de mientras,
escondo mis hombros del sol
entre los muros de la ciudad ajena.
Segura
en sus fraudes de trueque
me corta un dedo por cada año
que paro entre sus límites dibujados con tiza en asfalto.
La piedra labrada siempre lo ofrece todo,
sin prometer nada.
La lava y la roca, impacientes, están en la lista de espera.
Mis pestañas llevan demasiado lastre
para este viaje.

Para ti

Soy plastilina.
Se me pisa la columna vertebral
se me estira agarrando por el cuello
y yo ya no soy yo.
El engranaje de mis huesos ya no existe
la carrera de mi sangre se acabó
salgo por la puerta que no tiene entrada.
La mano de fuerza suficiente para abrir la reja de mis costillas
transforma con una pirueta
lo que era, pero ya no soy.
De puntitas, levitando,
me tuerzo la lengua para no hablar la mía,
pliego los hombros escondiendo el pecho
me tapo la boca
y no respiro.
Desvisto
la carne
de mi muslo interior
y me arrodillo.
Me agachan la cabeza,
crujen mis dedos,
me crecen las garras,
levanto mis patas
y canto.
No.
Grito.
Maullo.
Ladro.
Lloro.
Doy todas las voces que tengo
mientras las vagas orejas perciben
mi alma en el fuerte sonido.
Los lóbulos distraídos palpitan,
aplauden
al desgarrador aullido
al puro exhibicionismo de mi ser falso y desconocido.
Recuerdas,
ligeramente,
las huellas parecidas, dejadas por dentro de tu cráneo.
Te relacionas.
Sufres.
Sientes.
Hueles
lo que palpo yo,
o lo que era yo hace milésimas de segundo.
Caes.
Gritas.
Vuelves.
Ves que mis dedos ahora son tuyos,
te tocas mis muñecas,
sientes tu piel bajo mis yemas,
miras desde dentro de mis pupilas,
sueltas mi lengua en la punta de la tuya,
lates por el impulso de mis venas
mientras te bañas en el derroche de mis palabras...
o de las tuyas?
Eres plastilina.
Se te recluta con una mirada
con un apretón de manos.
Surges a partir de un susurro rondando por la nuca.
Fluyes y cambias con la saliva de la boca que te habla.
Alcanzas sol, mar y montaña
de un empujón de tu grácil director.
Te derrumbas
sobre
mi
espalda.
Y entonces,
se levanta el telón.


HUMAN MODE ON

¿cuál es la temática de este verso?
¿el latir de mi corazón colectivizado?
¿el sufrir de lo que no sé desde el pecho del otro?
¿el sacarle de la tripa lo que más retuerce?
¿el defenderle ante el viento,
el expirarle el aliento
hasta que sus pestañas caigan?

el ritmo apegado a mi mano trenza los hilos.
luego recorta las yemas de mis dedos
y ya son suyas.
mi voz cose la ola de mil bocas susurrando juntas,
militantes entre los golpes secos de un cuerpo mutilado.
sueltas pájaros a la locura azul
y defiendes con dientes al oponente
de una conexión desmembrada
hasta someterte a la risa de la vieja Nemesis.
el agua cae en el ombligo
y desborda los muros de piel.
te chucla para dentro
hasta lo más hondo.
el grito empapa.
el unísono baila entre las costillas.

la nada es un derroche del tiempo

el sueño
amplifica mi hambre.
la columna vertebral
que crece hasta florecer en el pelo rizado
se retuerce del dolor.
dedos machacados
por bailar
en el borde del vaso
esperando la última gota.

Me deporto

Fuera de crear y destruir,
de amar y odiar,
y de otros antónimos insignificantes
me sitúo yo.
Soy un globo
que chupa del aire
para llenar su vientre hueca.
El querer se me ha atrofiado,
pero mis puños aún tienen deseo de romperse los huesos,
de desnudar la carne de la piel,
de liberarse de la uña molesta
y de lavarse con sangre.
Y la parte esta, entre los omóplatos,
donde tengo el sello de la fábrica,
escuece entre las paradas de metro.
También los codos,
con los que me apoyo en la mesa,
con los que sueño romper bocas,
con los que vuelo mientras no hay nadie,
miran en otra dirección.
La nuca, indefensa,
se estremece.

Pero si  me doy al pecho suena eco.

Mode OFF

He recuperado la levedad de mi ser.
He escondido el gusanillo de mi manzana
                                  en la parte más oscura de mi cerebro.
He drogado mis neuronas con nicotina
y he mentido a mi estómago con un vaso de agua.

He pintado las uñas de los dedos que me estrangulan,
He engañado al suelo para no encontrarme con mi pozo hostil
y me he afeitado la nuca, así que el miedo se esfuma más rápido.

Me he abrigado con un paréntesis con tal de protegerme
                                     del no-lugar en que me encuentro.

Disfrazo mis falsedades de autodefensa
mientras la inspiración me descubre cobarde.