Fragmentos del diario de viaje. Sevilla.


el humo moribundo
acaricia las cuerdas vocales
me baja de tono.
sedientes serpientes de mis pulmones
se tragan las nubes.
los preados se mueven en sinusoide…
y me relajo.
un ojo mira, te contempla y se cierra
un suspiro va, sale y se borra
un olivo tras otro
formando de cara al norte
vigilando el horizonte
por si llueve en semana santa.
el ritmo cándido conduce
hacia las ruinas romanas
rumiantes en los rostros
de paredes restregando narices
de cara a cara.
el tiempo verde se come el techo.
me deslizo por la pierda húmeda
me empapo de arena y de vitamina D:
tres tristes tigres se jalan un gladiador…
desfachatez de las migrantes lluvias
salpica.
una cigüeña cruza la carretera…
ciudades y el arte cortados en rodajas
se sostienen en el aire
Cervantes se convierte en un ciervo
elevado hasta el éter del mundo de las ideas…
las murallas del entorno te consideran un estorbo
si rozas con el hombro
la fecha de caducidad de su magnitud.
y la ciudad real, en plenitud,
pasea descalza en su beatitud
clavándose la cáscara de pipas.
el agua bendita cae del cielo
se mea Cristo
en la figura de si mismo
y habla con la sangre de Dios
den nuestros cuerpos.
las herramientas de viento
causan estruendo
aliñados con fragmentos
de golpes secos y lentos
recopilados por el eco
en una experiencia mística
para los chistantes y chistados.
mientras tanto
a 1700 por hora
por la autopista
esquivando los destinos de los baches
se te aparecen los duendecillos verdes
reclamando almas de todos
los que cantan rap.
y si te da demasiado coraje
nadar en el escupitajo borrachi
agarra el hacha
y a darle caña por la playa
a la peña desnuda
cual cura enloquecido.
la niebla oculta los curvas
apetecibles de los montes.
las faldas se esconden
en la incertidumbre de una gamma gris
las puntas se insinúan a lo lejos
las calles excitan
incitan a perderse, perderme y volver a perdernos.
el azul se enoja
se estremece
y vuelve a licuarse a si mismo.
las cuerdas de agua te atan al cielo
arrastras la nube cual esclavo romano
hasta que te da la mano
el foco de sol en la siguiente manzana…
un grupo de sabios indígenas
seducen mi apetito con deliciosos manjares
las fosas nasales se ensanchan
los dedos se enganchan
(jamones, quesos, lomos,
huevas, boquerones, chocos,
adobe, salmonete, puntillitas,
roscones, torrijas, natillas,
croquetas, caracoles, cochinillo
tortilla de camaron
garbanzo con bacalao
aceitunas, bollos de crema, rosquillas
bombones palmeras merengues)
los pantalones me van pequeños…
horizontalizo mi posición
me hago el postre
una boca enojada cae en mi plato
y dice que me cosque.
me exilian…
los ríos bajan y vuelan
irrumpen en mi interioridad
la elipsis de lo íntimo en el espacio
acosa los objetos personales.
dónde está mi diario de viaje?
en el charco de renacuajos llevamos un bagaje
un paquete de churros de chocolate.

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