no puedo
gritar más fuerte
correr más
rápido
vivir más
lento.
no puedo
hablar más de prisa
prolongar
mis segundos en minutos,
no puedo
beber más en un sorbo.
no puedo
abrir más la ventana de la vida
que envuelve
el follaje de mi cuerpo.
no puedo
espirar más de lo que dentro de mi pulmón cabe.
no puedo
tapar mis débiles canales,
imponer
sequía en ellos y pensar menos.
no puedo
dejar de marear las frases,
tragar el
humo,
cortar el
pelo.
no puedo
extirpar los cables de mi luz
chapar las
puertas y fingir
que con la
llama de una vela basta.
si avanzo un
poco
si retrocedo
si paro
de tocar las
estructuras múltiples con lengua
si cedo
el derecho
de buscar legañas en las comisuras del mundo
me acabaré.
si dejo de
mirar
si miro sin
querer
si quiero
ver cortinas corridas,
paredes de
cajas por dentro,
ventanas
tapiadas por fuera,
bordes de
mantas por encima de cabeza
me cegaré.
si aniquilo
puertas cerradas con llave maestra,
cubiertas de
libros sin abrir,
hogueras por
hacer y sin hacer
no dejaré de
escribir aunque sea roja mi saliva.
veo
dentro de
las grietas el mundo de crujientes versos
que no
dejaré de ver.
huelo
en los
pliegues de asfalto el sol
y no dejaré
de desear comerme el algodón de nubes.
palpo
sistemas
bélicos que cada día invito a pasar
aunque no me
crean
y no dejaré
de pedirles que me maten.
no dejaré de
defender mi sangre
con el
derecho a la vida, tanto a la muerte.
no quiero
repetir más veces.
no quiero
sangrar por los oídos bien tapados,
pero puedo.
oigo quebrar
el eje
y aplaudiré
a la destrucción.
no pararé de
buscar palabras suficientes
que inciten
a acción.
no perderé
el ímpetu en la recerca
de mi propia
manera de andar.
no dejaré de
caminar en mi dirección contraria
no dejaré de
odiar la inmunda corriente
no dejaré de
bailar claqué encima de la tumba de los grandes.
no dejaré de
ignorar las voces
pidiendo
peras
porque
tampoco soy un olmo.
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