Feliz cumpleaños

al Chucho
te regalo lo que nunca fui y nunca seré,
pero lo que soy en este preciso instante.
te regalo mis párpados hinchados.
el esperar, mi esperar
también quiero que lo tengas tú.
te doy mi frío,
mi nieve, mi hielo.
te regalo el deseo de vivir y morir ahora,
y mis palabras
las que no tengo suficientes.
te entrego mi amanecer.
mi cama.
mi voz.
te regalo mi lengua,
mis versos,
mi pecho.

En periferia

puede ser que este en la muerte.
en el sueño.
en el olvido.
tal vez no recurra al seguro de la vida
que me guarda en bolsillo algún que otro accidente.
puede que no pise más la tierra ni la nada.
puede que no finja amar lo desaparecido
y tener afecto a lo que nunca fue.
puede que no tenga nunca fechas fijas de las idas
y puede que no sepa cuando volveré.
quizás no me espera nadie allá.
quizás tan solo me aguarda el interruptor
para que apague las luces de mis cenas no pagadas.
quizá ya no me queda nada por decir.
el pozo se acabó, llegó a fin, a fondo.
quizá el préstamo se agotó
la lengua no me deja más palabras.
las conexiones huyen de mi boca
se esconden en la incoherencia
el sentido manifiesta su ausencia
al desaparecer entre el sonido de mi voz.
puede que cuanto más me engañe la cabeza
los disidentes de mi mente
mostrarán su voluntad en mi ignorancia.
toda elegancia del último verso se diluirá
en la locura de mi yo indeciso a vivir.
quizás no me miento en realidad
tal vez revivo sin querer el sueño que soñé
mientras me bañaba en el sol del Imperio de Orfeo
tal vez no respiro en verdad.
tal vez no duermo.
tal vez ni si quiera te quiero.
me muero en las coincidencias inoportunas
entre las páginas pegadas que de repente leímos juntos 
en las que coincidimos juntos
todos.
será porque la casa repite sonidos.
su procedencia no es exacta.
tal vez se doblan las palabras dentro de la caja de resonancia de nuestros cuerpos.
o quizás no existen.
quizás no existimos.
quizás no existáis.
quizás nuestra existencia consista en ser las réplicas exactas de sueños, pensamientos, imágenes que ya fueron pensados.
que ya se presentaron en los siglos pasados.
que ya dejaron huella en otra gente
otros seres
otras vidas.
quizás nuestro destino es ser los dobles de las vidas ajenas,
vidas grandes,
vidas desconocidas, pero tan familiares al mismo tiempo.
quizás fuimos creados para hacer los pasos ya hechos.
para repetir lo dicho.
para volver a construir lo destruido por la voluntad del tiempo.
para maravillarse con el pasado, despreciar el presente y bufar al viento en la dirección contraria.
tal vez no creamos, tal vez copiamos el respiro ajeno en el nuestro
y no vivimos del aire.
tal vez,
en realidad,
Ella me llamó ayer
y no se lo cogí.

barro


este miedo a ser normal
a repetirte en los otros
a reflejarse en mil espejos
a ser el único, siempre repetible.
el miedo de no reconocer
la superioridad de tu camino
por el bosque
pisando barro.
este pánico a ser igual,
a ser representable
a ser descriptible con adjetivos terrenales.
no vas más lejos,
te giras
vigilas
a donde van los otros,
si te siguen,
si les sigues.
la histeria de ser un código de barras:
todas idénticas a la anterior.

Testamento

no estaré siempre, no me cojas cariño.
tal vez trace mi linea por otro camino,
así que no me seas fiel,
no dediques tu pensamiento
a lo que con la arena huirá
             desde la suela de tu zapato.
no me sigas con tu mente,
consérvala dónde está
y no te quemes del pavor
cuando la cama estará hecha.
no seguiré para siempre
en el mismo lugar.
no dejaré mis brazos en la orilla del mar
            hasta que la marea me coma los dedos.
no te querré para siempre,
dejaré de querer.
marcharé,
quemando mi último ser,
legando cenizas
a la nodriza
de tu bebé.
no viviré para siempre,
          no me cojas cariño.
no me esperes.
no me sufras.
no me llores.

Hay que romper cosas

el ritmo de las mentes viscerales
el lío de las ondas cerebrales
enredo de las estaciones
sin mentir sobre las emociones
las cabezas que van a cien
sin tomar nota de lo zen
cantando lo que las tripas chillan
pidiendo la revolución ya
y sin poner la llamada en espera
defendemos la nueva era,
donde escribir no es un lujo
donde la inspiración del dinero no surge
y los ojos que lo ven todo mandan,
mientras el alma tiene lo que le hace falta.
protejo con el pecho de mi gran talla mi sueño
entre las pesadillas de sudor frío de tener dueño
mi cuello grita para aflojar la correa
y mis puños harán lo que sea
para seguir siendo la rebelde sin causa.
lanzo mi emisión a la masa
los dedos se me han hecho cables
y por ahora decido no morirme antes
de que la marea de nuestra gente
se defienda fieramente
con dientes palos y hogueras
para que vea la madre del pijo
en el castillo de la zona rica
como quema barcelona
para que oiga que no es una broma
y difunda el grito agonizante
del patrón cuando llame
a sus papis mientras se le quema la piel.
la prueba de fuego lo hará fiel
a las promesas dadas anteayer
mientras pensaba como se va a follar a su mujer
cuando por fin el puto pueblo calle.
a todos esto yo voto por el desmadre,
por limpiar la peste con las llamas
para que cuando tenga canas
no me avergüence al decir
a mis chiquillos que me rendí,
que me quedé a medio camino
que me pareció cansino
eso de luchar y demasiado peligroso,
ya que tienen porras los mozos.
prefiero por gritar desencajarme la mandíbula
y con el policía ser un tanto frívola
que no es más que fuerza pura
y aunque se le ponga dura,
mientras me de la paliza,
mi cerebro aún guisa,
algo que el suyo nunca pudo hacer.
soy joven, soy carne de cañón,
soy de los que siempre se comen el marrón,
de los de la chispa de la rebelión
de los que no tienen satisfacción
de las migas de la mesa del señor.
yo quiero el pan entero, caballeros!
o ya se olvidaron de como es comer hasta quedar llenos?

Para, por y en nombre de El Burdel

la bendición de una conexión de cuatro puertos de usb cascados,
los e-mail enredados
y el círculo verde de conectado.
el refugio sostenible encima de los hombros ajenos
cobija
acoge
protege de los malos sueños.
la distancia, que no se guarda nunca, mide un paso
y lleva a otro mundo
que concede asilo sin visado,
abriga con palabras desconocidas, pero ofrece una traducción
de acuerdo con el palpitar de tu vena.
entre las líneas clavadas en el cuerpo de papel,
los sonidos no vocalizados,
las nucas que hablan,
las medio-miradas que gritan de reojo,
se desdibujan las fronteras de la cordura.
aquí,
en el no-lugar,
en el país no reconocido por nadie,
la cortina de humo es el cascabel de la entrada,
el estandarte de estas filas es el grito indio,
el nombre de este bar engaña,
pero invita a cualquiera.
este sitio ya no se alquila,
se ha colectivizado y no tiene padre.
los transeúntes se maravillan por el palacio de los mendigos,
piedra a piedra construido de las letras.
las incesantes, ininteligibles voces de cuentacuentos
se bañan en el eco de un cráneo indefenso,
pero no por ello inocente.
es la coordinación perfecta
del mar, estrellando contra las rocas;
de los pies y un erizo de mar;
el viento y el motor del coche
que va entre los campos de trigo que no pertenecen a nadie.
la coreografía de unas palmas
que nunca dan con el compás.
es el hilo rojo que traza la ciudad
sin piedad,
sin miedo de clavar la aguja en la carne;
es la radical bienvenida con la verdad que estalla cual granada.
la única ley no formulada de este irregular cuadrado
es vivir contusionados.
el código establecido por los impulsos de metáforas arrítmicas
descifra la anatomía de cada mente involuntariamente.
es decir, sin querer.
y, de repente,
de espontaneo,
se entrelazan las raíces,
los padres, de repente, se sorprenden
con la luz inesperada entre los trazos de un tatuaje.
la casa, de repente, rapta rehenes,
el sofá engulle espaldas,
el aire, de repente, vibra
del pin-pong de las ondas cerebrales.
y el sol caldea este inconcebible hasta ahora potaje.
el sudor corre como la victoria,
las quemaduras suben de grado,
los desmayos son más frecuentes.
pero
yo sé
que donde hay calor
hay vida.


Me subiré a tu tejado

Me atraen las alturas inalcanzables
de un volcán durmiendo.
Aspiro a subirme,
seguir con la mirada la frontera del horizonte.
Quiero mezclar mi aliento borracho con el aire puro,
o por lo menos destrozar mis pies en el salto tan alto.
Mi alma,
podrida y necia,
echa tinta por cada grieta.
Deseo saciarme
desangrándome en la cima,
vomitando ríos negros encima del estremecedor paisaje
y temblar ante el miedo de deshacerme en mil trozos de piel quemada.
Ansío esta caminata
con la patética ridiculez
de un anciano sin pantalones en la estación del bus.
Pero de mientras,
escondo mis hombros del sol
entre los muros de la ciudad ajena.
Segura
en sus fraudes de trueque
me corta un dedo por cada año
que paro entre sus límites dibujados con tiza en asfalto.
La piedra labrada siempre lo ofrece todo,
sin prometer nada.
La lava y la roca, impacientes, están en la lista de espera.
Mis pestañas llevan demasiado lastre
para este viaje.