Me deporto

Fuera de crear y destruir,
de amar y odiar,
y de otros antónimos insignificantes
me sitúo yo.
Soy un globo
que chupa del aire
para llenar su vientre hueca.
El querer se me ha atrofiado,
pero mis puños aún tienen deseo de romperse los huesos,
de desnudar la carne de la piel,
de liberarse de la uña molesta
y de lavarse con sangre.
Y la parte esta, entre los omóplatos,
donde tengo el sello de la fábrica,
escuece entre las paradas de metro.
También los codos,
con los que me apoyo en la mesa,
con los que sueño romper bocas,
con los que vuelo mientras no hay nadie,
miran en otra dirección.
La nuca, indefensa,
se estremece.

Pero si  me doy al pecho suena eco.

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