Puedo respirar tranquilamente y mi frente ya no se dobla en las arrugas feas. Y tengo mis libros, mis textos, mis manos. Tengo café y crema hidratante. Tengo a mi alcance mi película favorita y un pack de comida tailandesa. No tengo prisa. Y voy haciendo cosas, poquito a poco, con gusto, sin correr. Y hace buen tiempo: la leve brisa borra el ardor del sol. Puedo sonreír a los rayos entre el follaje de los arboles del pequeño parque y disfrutar del olor de césped recién cortado por la noche.
Estoy bien.
Pero falta algo.
Estoy bien.
Pero falta algo.
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